El rescate de la Expedición Imperial Transantártica

Cualquiera que sea aficionado a los grandes viajes de la historia o a la literatura de viajes conoce la epopeya del Endurance, el barco británico que participó en la Expedición Imperial Transantártica del capitan Shackleton y que quedó atrapado en el hielo durante más de un año.

Todos los que hemos leido sobre aquella expedición sabemos que fue Shackleton junto unos pocos hombres los que partieron a bordo del James Caird, un bote de sólo 6,85 metros de eslora, a buscar ayuda mientras sus compañeros permanecían en Isla Elefante. Finalmente y tras muchas penalidades, Shackleton, Tom Crean y Frank Worsly llegaron a la estación ballenera noruega Grytviken el 20 de mayo de 1916.

Pero ¿cómo fueron finalmente rescatados los hombres que quedaron en Isla Elefante?

Primer intento, primer fracaso

El primer intento infructuoso de rescate fue a cargo del barco ballenero Southern Sky. Shackleton junto a sus compañeros y a los balleneros noruegos que se ofrecieron voluntariamente en masa para formar parte de la tripulación, se pusieron manos a la obra para conseguir tener listo el barco en el mínimo tiempo posible. El martes 23 de mayo de 1916, se hicieron a la mar rumbo a Isla Elefante.

El viaje fue en unas condiciones muy malas por el frío y el hielo, pero finalmente llegaron frente a Isla Elefante el 29 de mayo de 1916, sin embargo pese a que la meta estaba tan cerca, no pudieron encontrar ni un solo sitio por el que penetrar la barrera de hielo que les cerraba el paso. Al no disponer de combustible suficiente, Shackleton no tuvo más remedio que poner rumbo a las Malvinas y posponer el rescate.

Segundo intento, segundo fracaso

Imposible para Shackleton abandonar a sus hombres en aquella isla, así que solicitó ayuda al gobierno uruguayo, quien envió en junio de 1916 una nueva expedición de rescate. El barco escogido fue el Instituto de Pesca Nº 1 al mando del Teniente de navío Ruperto Elichiribehety.

Instituto de Pesca N1

El 21 de junio, tras un viaje muy peligroso por las malas condiciones y los continuos icebergs que encontraron por el camino, arribaron de nuevo frente a Isla Elefante. Sin embargo nuevamente el hielo les impedía el acceso a la isla. Totalmente frustrados incluso plantearon intentar un rescate con trineos o esquíes, pero las condiciones del hielo quebradizo y con muchas grietas lo hicieron imposible.

Ese mismo día, aunque tenían su objetivo tan cerca, Shackleton planteó la vuelta a Puerto Stanley ante el peligro de que el buque quedara atrapado en el hielo como le ocurrió al “Endurance“.

¿A la tercera va a la vencida? Pues no.

Lejos de desanimarse, Shackleton y sus compañeros volvieron a intentarlo, esta vez con ayuda del gobierno chileno que puso a disposición de Shackleton la goleta Enma remolcada durante parte del viaje por el pequeño barco de vapor Yelcho.

La goleta Enma intentó aproximarse a Isla Elefante, pero nuevamente las placas de hielo hicieron imposible el acercamiento. En uno de los choques perdió parte del mástil de proa y el motor quedó inutilizado. Finalmente tras perder una hélice su misión resultaba imposible y nuevamente tuvieron que volver rumbo y regresar a las Malvinas.

El rescate al fin

Cuando parecían agotadas todas las posibilidades, el gobierno chileno ordenó a la Yelcho (una escampavía) que zarpase desde Punta Arenas a intentar un nuevo rescate de los náufragos. El barco comandado por Luis Pardo Villalón (el famoso Piloto Pardo) consiguió lo que parecia imposible dadas las circunstancias atmosféricas y las condiciones del barco, rescatar a los 25 tripulantes del Endurance que seguían atrapados en Isla Elefante. Era el 30 de agosto de 1916.

El Piloto Pardo, Shackleton y los náufragos del Endurance en la puerta del antiguo Hotel Royal (3 de septiembre de 1916). El Piloto Pardo, Shackleton y los náufragos del Endurance en la puerta del antiguo Hotel Royal (3 de septiembre de 1916).

Quienes contestaron a aquel anuncio de periódico que decía “Se buscan hombres para viaje peligroso. Sueldo escaso. Frío extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se asegura el regreso. Honor y reconocimiento en caso de éxito”, no pudieron decir que no iban avisados.

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