Novedad: Las tierras altas de Albania de Edith Durham

A la escritora y viajera británica Edith Durham el destino la llevó a emprender un viaje a los 37 años por tierras balcánicas. Aquel viaje, fruto de una recomendación médica para recuperar salud, la llevó por la costa de Dalmacia, Trieste y Montenegro. A partir de ahí quedó atrapada por las tierras balcánicas que recorrió durante más de veinte años, especialmente las tierras del norte de Albania.

La Línea del Horizonte edita su obra Las tierras altas de Albania que recoge sus vivencias en sus viajes por la región. Una región que si hoy en día todavía es muy desconocida, en aquellos años muy pocos extranjeros se habían adentrado por aquellas montañas.

Cien años después del mítico viaje de Lord Byron por Albania, la viajera Edith Durham vuelve a recorrer las misteriosas tierras balcánicas que entonces, a principios del siglo XX, y todavía bajo el dominio del Imperio otomano, se conocían como el Cercano Oriente. Muy pocos extranjeros se habían adentrado en la región de las altas montañas albanesas, en sus límites con los territorios de los actuales Montenegro y Kosovo. Cuando Durham las visita, aún persistían estructuras sociales y costumbres medievales ya perdidas en otras zonas de Europa, por lo que su testimonio es hoy una fuente enormemente valiosa para reconstruir el pasado de esta región. Así, Las tierras altas de Albania constituye un documento imprescindible, un apreciado clásico para los historiadores de la antropología y etnografía balcánica. Durante veinte años, la estudiosa británica visitó incansablemente estas geografías a las que dedicó varios libros. Hoy, a las puertas de una posible entrada de Albania en la Unión Europea, lo que no ha variado es el desconocimiento que aún tenemos de un país que siempre ha formado parte de nuestra historia. La lectura de esta obra de Durham —«la reina de las montañas», como fue apodada cariñosamente— nos puede enseñar mucho.

«Detrás de todo lo que sucede en la península balcánica hay mucho más de lo que parece a simple vista. Ahora entendía el entramado que había permitido llevar a cabo esta expedición. Hacía algún tiempo, un austríaco había ofendido gravemente a un paisano de Thethi mancillando su honor. El susodicho austríaco había intentado llegar a Gusinje, pero había fracasado. Pensaban que, si una mujer inglesa conseguía llegar más lejos que él, se enojaría. Yo no era más que un peón en el juego de incomodar a Austria. Y el juego no iba a ser tan fácil como se había previsto».
EDITH DURHAM

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