¿Ha muerto la literatura de viajes?

El género humano tiende a enterrar cosas. No sé si es algo innato o aprendido pero lo cierto es que nos pasamos la vida enterrando cosas y en el ámbito literario no íbamos a ser menos. La novela ha resultado muerta y enterrada en varias ocasiones, lo mismo con multitud de géneros o con el teatro, hasta se enterró hace unos años al libro en papel tras la llegada de los eReaders. Al final, las cosas no son tan radicales.

Hace unas semanas leí en El País un excelente artículo del gran Jacinto Antón titulado “¿Ha matado el turismo ‘low cost’ a la literatura de viajes?“, que trataba sobre si el turismo low cost había acabado con la literatura de viajes al banalizar la experiencia viajera.

En referencia al artículo, estoy bastante de acuerdo con lo que argumenta el propio Jacinto y otras personas que intervienen en el mismo, especialmente con lo que argumenta Pep Bernades de Altaïr: “Las horas bajas son de cierto concepto de la literatura de viajes”, establece. “Y en realidad esa literatura, de publicidad encubierta y exaltación del yo, tendría que estar en horas de destrucción”, prosigue con divertida saña. “No basta con escribir lo que ves, con la perspectiva plana de un simple recorrido, después de haber estado un par de semanas en un sitio y utilizando el corto y pego. Se ha banalizado el concepto de literatura de viajes a partir de los mil blogs del género que en el fondo no hacen sino repetir lo mismo, una visión comercial del mundo. Esa línea no lleva a ninguna parte”.

Ahora tal vez hay que escarbar un poco más, no tenemos tantos autores escribiendo sobre sus viajes y sí mucho bloguero que cree que es escritor y se apunta a publicar sus vivencias en un ebook, etc. No quiero decir con esto que me parezcan mal los blogs de viajes, al contrario hay muchos realmente excelentes y soy seguidor de varios de ellos. Sin embargo creo que la literatura de viajes es otra cosa.

Los ochenta, la época dorada de la literatura de viajes

Los ochenta fueron la época dorada de la literatura de viajes con autores sobresalientes como Theroux, Patrick Leigh Fermor o Bruce Chatwin entre otros, pero lo cierto es que no han dejado de publicarse buenos libros de viaje. Ahora además creo que hay más editoriales que apuestan por este tipo de libros que nunca, ahí tenemos Gallo Nero, La línea del horizonte, Fórcola, Interfolio, Gatopardo y un etcétera que si bien no es excesivamente largo, sí que nos proporciona mes a mes nuevos títulos o clásicos recuperados que siempre son de agradecer.

Cuando viajamos, una de las partes más importantes del viaje es contar a nuestros amigos y seres queridos qué hemos visto, donde hemos estado y qué sensaciones hemos tenido. De todos los viajeros, hay unos cuantos que no pueden dejar de escribir sus vivencias, de poner negro sobre blanco aquello que han visto y vivido. Así ha sido desde Pausanias o Heródoto y así seguirá siendo. Que no estamos en la época dorada de la literatura de viajes vale, pero ¿que ha muerto? de eso nada.

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