Antonio Castro Sandoval era (o tal vez es ) un trotamundos, una de esas personas que no puede estar mucho tiempo en un sitio y que por alguna razón tiene que seguir el camino, seguir viajando. Esto se aprecia claramente en las páginas de “El cuaderno del navegante”, un cuaderno de bitácora que Antonio escribió en sus viajes por medio mundo durante varios años.
Antonio era ingeniero electrónico y el libro en una primera parte nos cuenta como era su trabajo en Estados Unidos, nada menos que en la NASA trabajando en el control de satélites junto a varios compañeros de otras partes del mundo y como era su mala relación con una explosiva científica rubia. Hay que señalar que en aquellos años finales de los setenta, Antonio ya tenía muchos miles de kilómetros a sus espaldas como veremos cuando avancemos en la lectura del libro. En el primer viaje que nos cuenta en el libro, a México ya se ven claramente algunos de los rasgos característicos de la personalidad de Antonio que es un verdadero personaje con luces y sombras pero muy interesante.
En México en un encuentro nocturno con Chaac entre los influjos del peyote y siendo testigos los Atlantes de Tula, abandonó a su novia americana y se largó a recorrer México durante tres meses.Tenía que seguir su camino.
Un diario de viaje
El libro se desarrolla en pequeños capítulos escritos a modo de diario aunque con saltos en el tiempo, donde el autor nos cuenta sus impresiones sobre los lugares por los que va pasando y sobre la gente que se va cruzando en el camino. Especial atención a sus frecuentes conquistas femeninas y es que Antonio era un tipo joven muy abierto de mente y vivía a tope los años setenta, años de libertad, sexo y drogas. Hay quien en sus viajes prueba la comida y visita los monumentos, Antonio probaba a las mujeres y las sustancias psicotrópicas, cada uno viaja diferente.
El viaje le llevará a recorrer medio mundo en coche hasta llegar a Nepal pasando por Italia, Yugoslavia, Grecia, Turquía, Afganistán, India…. Muy interesantes algunos pasajes que hablan de momentos concretos, por ejemplo Yugoslavia todavía vivía en una tensa paz o Afganistán no había sido invadida por la URSS (pudo visitar los Budas de Bāmiyān que destruyeron los talibanes en 2001).
Sufrió mucho la burocracia de la India de Indira Gandhi que en aquellos años estaba bajo toque de queda. Allí celebró la muerte de Franco. En Katmandú se vio envuelto en una pelea y conoció a un catalán pendenciero que pretendía dar la vuelta al mundo en furgoneta. Tailandia le marcó bastante pero sobre todo Bali en Indonesia donde vivió algunas de las aventuras más interesantes, muchas fiestas y donde casi pierde la vida ahogado. También estuvo en Filipinas en tiempos de Ferdinand Marcos e Imelda, la coleccionadora de zapatos.
Finalmente nos cuenta sus días en Tokio, una ciudad monstruosa donde pasó mucho tiempo. Una de las partes más interesantes del libro con reflexiones profundas sobre el país y la sociedad japonesa de los setenta. En aquellos años Japón todavía era un país desconocido, caracterizado por la producción de productos copiados de calidad relativa y muy afectado por la crisis del petróleo.
En esos meses que pasó en Tokio junto a Aurora, una gallega con la que se entendió muy bien, escribe reflexiones sobre el viaje y también nos contará sus aventuras y desventuras en Londres donde viajó cuando era muy joven para aprender inglés, y como le pasó a tantos fue explotado en trabajos inhumanos que nadie quería hacer. Resulta curioso como se han olvidado en España todas las penurias que pasaron muchas generaciones de emigrantes españoles.
Antonio el fotógrafo
Antonio también era fotógrafo, y muy bueno por cierto. Durante todo el viaje no para de “darle a la Leica” y el texto va jalonado de diferentes fotos del autor. Fotos realmente impactantes, expresivas y muy interesantes. Casi siempre fotos de personas. Durante todos sus viajes va cargando con una caja de seguridad donde guarda sus cámaras y objetivos y que defiende ante todos como su posesión más valiosa.
En las últimas páginas del libro, encontramos las últimas anotaciones de Antonio en Brasil y un par de textos sobre sus viajes como corresponsal en África o en Irak en plena Guerra del Golfo.
Resulta curioso como un libro escrito con un estilo tan particular, a veces parece que escrito para sí mismo, me ha atrapado página a página y no he podido parar de leer hasta terminarlo. Antonio desapareció en Brasil en 1993, el fotógrafo viajero simplemente se esfumó. Aunque sé que es difícil, espero que siga dando tumbos por la naranja azul como él decía y “dándole a la Leica”.
Cuaderno del navegante – Antonio Castro Sandoval
Universo de letras
Año 2019 – 428 páginas
ISBN-10: 8418036486
ISBN-13: 978-8418036484