Está claro que hacer turismo no es un invento contemporaneo. En todas las épocas la gente ha viajado para conocer otros lugares, pasar unas vacaciones, descansar en algún lugar apartado o acudir a un evento singular. Y los antiguos romanos no iban a ser menos.
En Hotel Roma. Turismo en el Imperio romano, el autor castellonense Fernando Lillo Redonet nos propone un recorrido por los lugares donde los antiguos romanos hacían turismo. Editado por Confluencias, este título nos ofrece una buena oportunidad para conocer tanto las motivaciones que llevaban a los romanos a moverse como sus destinos preferidos.
¿Sentían los romanos el impulso de dejar su casa para conocer distintos parajes? ¿Cuáles eran sus lugares de vacaciones favoritos? ¿Qué maravillas suscitaban su interés? Hotel Roma. Turismo en el Imperio romano propone una experiencia única: viajar a los destinos turísticos que apasionaban a los antiguos romanos. Las villas de recreo en las afueras de Roma o las situadas en el golfo de Nápoles ofrecían lugares de reposo frente al ajetreo urbano. Un poco más allá Sicilia y Grecia eran destinos culturales muy atractivos, aunque nada comparable con el misterioso y exótico Egipto. Había quienes deseaban contemplar las maravillas del mundo, sin saber que la propia Roma era una de ellas. En otras ocasiones el turista buscaba sitios vinculados con las reliquias de los héroes o personajes históricos. Visitar un santuario en busca de curación para los males del espíritu y del cuerpo, viajar a Olimpia para contemplar sus famosos juegos o acudir a los espectáculos del anfiteatro o el circo eran otros motivos para dejar el hogar. Al terminar de leer es muy posible que el lector comprenda que después de tantos siglos seguimos siendo muy «romanos» en nuestros gustos turísticos.