Jordi Esteva es un gran escritor y fotógrafo pero sobre todo un gran viajero. Sus ojos y su cámara han recorrido muchos lugares del mundo sobre todo en África y Asia, continentes que siempre le han atraído.
En El impulso nómada editado por Galaxia Gutenberg, Esteva nos presenta sus memorias donde nos habla de sus primeros años y de como poco a poco ese impulso nómada que le ha llevado a recorrer medio mundo fue calando en él.
Os dejo como de costumbre el texto de la editorial. Sin duda, novedad a tener en cuenta para los amantes de la literatura de viajes.
Jordi Esteva es sin duda uno de los escritores de viajes más destacados de la literatura española. Con El impulso nómada nos ofrece las claves para entender las razones íntimas del viaje, del movimiento, de la necesidad ineludible de partir.
Libro de cariz memorialístico, El impulso nómada narra la infancia y la adolescencia del autor durante las que, impelidas por la aridez de los años del franquismo, se despiertan en él la curiosidad por lo diferente y la fascinación por lo lejano. «Un día me iré y no me veréis más», pronunciaba de niño una y otra vez, mientras se enfrascaba en los libros de geografía, los atlas y los mapas.
Más adelante, el libro se detiene en el descubrimiento de la homosexualidad y la descripción de la Barcelona underground de los años setenta, un tiempo de una gran creatividad y a la vez marcado por la capacidad destructiva de la droga. Se narran los primeros viajes a Sudán y la India, y principalmente la estancia de cinco años en Egipto, país en el que Jordi Esteva llegó a integrarse en los círculos
Se había roto el sueño del nómada, la posibilidad de vivir en Egipto y formar parte de un mundo distinto. Y la Barcelona a la que Esteva regresó era ya presa del desencanto a medida que la ciudad se encaminaba a la especulación postolímpica y a la banalización turística, mientras el sida iba haciendo estragos entre los amigos.intelectuales y artísticos, con la inevitable implicación en política, hasta que las amenazas de la policía secreta egipcia, con períodos de prisión incluidos, le obligaron a marchar.
«El autor […] nos lleva ahora de Villa Rosa, la casa de los veranos de la infancia en El Figaró, a los peligros del Sudán, a las catacumbas de Kom el Shogafa en Alejandría o al oasis de Siwa. Lo hace desgranando con arrebatadora franqueza y su acostumbrado gran pulso literario una aventura vital que incluye el descubrimiento y asunción de su homosexualidad —tras ser sometido a tratamiento médico en los años setenta para reprimirla—, la experiencia con las drogas (desde las luminaletas de niño a la mescalina y al opio) y la psicodelia hippy, el viaje iniciático de rigor a Afganistán y la India en camioneta, el amor por cualquier lugar en el que crezca el hinojo, haya gatos y ruinas y te den leche de camella, y al final del camino (de momento), la expulsión a la fuerza de Egipto, su hogar de elección, acusado de actividades subversivas por la policía secreta del país».
Jacinto Antón, El País