Benjamin Bonneville fue un soldado, trampero y explorador de origen francés que realizó diversas expediciones para explorar el oeste de los Estados Unidos. Contribuyó enormemente en el establecimiento de la llamada Ruta de Oregón que fue durante muchos años la puerta de entrada al lejano oeste.
Durante una estancia en Nueva York mientras iba de camino a Washington DC coincidió con el célebre autor norteamericano Washington Irving a quien relató las numerosas aventuras que vivió en sus viajes por tierras del oeste. La idea de Bonneville parece ser que era recogerlas en un libro, pero finalmente fue Irving, tras acuerdo con Bonneville el que las escribió. El libro Las aventuras del capitán Boneville publicado por primera vez en 1831.
Ahora la editorial Interfólio recupera en Las aventuras de Bonneville: En las Montañas Rocosas y el Lejano Oeste el texto de Irving.
Las motivaciones de los viajes de Bonneville han permanecido oscuras gracias a que no se han hallado los diarios originales en los que trabajó Irving para compilar sus aventuras. Si planeó sus expediciones para amasar una fortuna en el comercio de pieles, para satisfacer su espíritu aventurero, o para espiar para el gobierno, es algo que aun hoy es un misterio. Sus enemigos afirmaron lo primero, Irving lo segundo, y el mismo Bonneville apuntaba a veces a lo tercero. Lo que sí es una verdad incontestable es que Bonneville abrió la ruta definitiva hacia el oeste gracias a la cual, 20 años después, los colonos pudieron protagonizar el periodo más célebre —y que más tinta y celuloide ha tirado— de la Historia de EEUU: La Conquista del Oeste. Hay que destacar en favor de Bonneville dos virtudes no menores, la primera es que mientras él estuvo al mando de la expedición no murió ningún hombre y, la segunda, es que en sus encuentros con los nativos siempre supo evitar las hostilidades y generar complicidad.